Desde que no sale el sol,
necesito la calidez
de tus palabras
para entibiar mis días,
para hacerlos distintos,
porque son iguales todos.
A veces creo escuchar tu voz,
en alguna charla, por un instante.
Pensar que estas distante,
y al tiempo tan cerca en mi pensamiento.
La pesadumbre de estar en un sitio
donde tu presencia es suficiente para llenarlo,
y saber improbable que pueda verte,
despoja la levedad de mi existencia que se extingue.
El tiempo se aletarga
para hacerme interminable esta espera.
Y tu aun no regresas.
De lo poco de vida que me resta diera con gusto los mejores años, por saber lo que a otros de mí has hablado. Y esta vida mortal... y de la eterna lo que me toque, si me toca algo, por saber lo que a solas de mí has pensado. - Gustavo Adolfo Bécquer
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