Se oprime el corazón en mi pecho
cuando en el golpeas sin quererlo.
Desean escapar mis lágrimas
sin que pueda retenerlas,
ni hay más razones de hacerlo.
Te ofrezco mi sangre - siempre
con gusto - si así ha de serlo.
Que sean mis heridas todas
por causa tuya, mi amor, mi tierra,
- sin recompensas - mi dulce anhelo.
Tu mi esperanza y yo tu suelo.
De lo poco de vida que me resta diera con gusto los mejores años, por saber lo que a otros de mí has hablado. Y esta vida mortal... y de la eterna lo que me toque, si me toca algo, por saber lo que a solas de mí has pensado. - Gustavo Adolfo Bécquer
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