jueves, 2 de agosto de 2012

El sufrimiento y la experiencia de vida

Antes había reflexionado sobre lo aparentemente antagónico de las concepciones humanas sobre la existencia y una ves más atisbo a ver como no somos tan distintos a este respecto tampoco. Me refiero a que concepciones como el sufrimiento y el dolor como parte integral de la existencia humana son inherentes a todas las culturas. Esto me recuerda un fragmento de una de mis películas favoritas "The Matrix" cuando Smit diserta sobre la naturaleza humana y dice: "El ser humano define su realidad mediante el sufrimiento."

Ciertamente nuestra raza (la humana) considera como algo excelso el lidiar con el sufrimiento. Los santos lo vivieron y soportaron, los héroes se forjan en las batallas y los profetas son probados en el desierto y la adversidad. ¿De donde proviene este impulso básico que es casi una necesidad elemental?, ¿ Podríamos acaso vivir sin ella o es a caso imprescindible?

El mito, la historia, tradiciones orales y otras versan siempre sobre la elevación del ser humano o de sus modelos o guías sobre el sufrimiento, la adversidad o la inminente fatalidad. Aun en nuestros días donde la erradicación de los males y el sufrimiento parece el ideal de nuestra raza tenemos claros ejemplos de ello como parte de nuestra existencia.

La literatura, las obras cinematográficas y otras facetas de la expresión artística y cultural encontramos muestras de esta realidad innegable. Puede que hoy a diferencia de antaño muestras como estas tengan una finalidad comercial con el lucro como meta última; sin embargo no deja de suplir una necesidad humana poco comprendida, hasta hora.

Las sociedades de oriente e india habían contemplado ya el sufrimiento como parte integral de la experiencia de vida. Se le atribuye a buda la siguiente expresión:

todo sufrimiento proviene del deseo y de la ignorancia de la verdadera condición del ser humano. Por consiguiente, quien elimina el deseo elimina el dolor y, si no somos ignorantes, si somos conscientes del morir de toda vida, desaparece la preocupación por el mundo material, nos liberamos de la concupiscencia, del anhelo, de la ilusión, del egoísmo de la personalidad. Por lo mismo, la vejez, la muerte y la rueda de las reencarnaciones quedarán superadas.

El punto central es liberarse de aquello que es la causa del dolor, la cual es parte de la naturaleza humana. Notese que libertar se vuelve ahora una noción importante en este tema, porque describimos nuestra realidad con dolor pero nuestra finalidad es liberarnos de ello. Y acá podemos ver como nuestra visión de la existencia se centra en dos concepciónes antagónicas.

La doctrina cristiana concuerda también en que la libertad es el mayor anhelo del ser humano, cuando cita:

conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres

Es de notar que la doctrina cristiana atribuye como el origen de los males de la humanidad al pecado, por tanto la libertad del pecado es la finalidad del cristiano. Para alcanzar esta meta el cristiano cuenta con el gran ejemplo de sacrificio y renuncia a si mismo que provee Jesús en su doctrina. También se prepara al cristiano para aceptar el sufrimiento como parte de la vida y como una fuente de superación espiritual.

Se da un fenómeno interesante cuando se erradican problemas sin haberlos padecido. Es como erradicar una enfermedad de forma total, las generaciones posteriores no desarrollan la inmunidad ante ella y se verán gravemente afectados en caso de un resurgimiento de la misma, además de retrasar la evolución al impedir la adquisición de nuevas características útiles y limitar la capacidad de adaptarse.

Cuando se priva a un ser de la exposición a agentes que le ayuden a desarrollar tal inmunidad, sera necesario que supla este déficit de alguna manera. Un claro ejemplo de estas imperiosa necesidad lo vemos en la juventud moderna de algunas sociedades aquellos nacidos en condiciones mas o menos favorables y que no han debido pasar por lo que sus predecesores requieren de esa experiencia de vida pero no la encuentran en su mundo, es ahí donde la industria del entretenimiento y otras actividades (no siempre positivas) encuentran un lugar explotando ese impulso del ser.

El malestar que presentan los adolescentes y jóvenes en la sociedad de traspaso es un nuevo sufrimiento. Distinto del malestar de épocas pretéritas. La idea de sufrimiento encantado y desencantado. Las adolescencias de hoy no son las adolescencias de la modernidad.

Tanto en las sociedades occidentales como orientales se preparaba a los jóvenes para afrontar la realidad que les circundaría, eliminando los temores y apegos, preparándolos para recibir incluso la muerte sin temor. Hoy en día ni siquiera logramos hacer que nuestros jóvenes estén preparados para la simple convivencia social. No los instruimos en como resolver sus problemas y como encontrar la respuesta a sus dilemas, no les mostramos como buscar, ni como entender lo encontrado. Así al intentar protegerlos los condenamos a ellos, a nuestras sociedades y civilización al la extinción por la destrucción de nuestra identidad como especie, negandoles la compresión del autentico estado y naturaleza del ser humano. Cuando la experiencia de vida carece del contexto necesario para dotarle de significado para el ser, entonces no pude elevarlo por encima de su condición resultante y continua buscando como lograr esa meta que aun cuando de forma consiente no reconozca, al nivel más elemental continua ahí, como una astilla clavada que debe extraer.

Es pues el sufrimiento tan necesario en la experiencia de vida como imperativo es superarlo. Se los dejo ahí sin ánimos de llegar a conclusión alguna, solo para tenerlo presente en los días que tengamos sobre esta tierra.

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